Labor cumplida

 

Así quedó muestro techo, luego de la revisión

En septiembre del año pasado les conté en mi nota Problemas de procrastinación, acerca de la novedad que se presentó en el techo del cuarto de mi hija debido a las goteras causadas por el invierno. 

Pues como no hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se llegue, el pasado martes 9 de julio muy a las 7:30 am, mi esposa y yo nos pusimos en la tarea de arreglar la falla, aprovechando que desde el sábado estábamos teniendo un tiempo seco muy benéfico para tal labor. 

Nos pusimos en pinta laboral, alistamos los elementos de trabajo y comenzamos la obra, para lo cual debíamos retirar una de las tejas traslucidas de la terraza de nuestro hogar, que está cubierta, para poder acceder al techo del cuarto de mi hija. 

Lo primero que vimos, fue una serie de tejas de barro partidas en diferentes puntos del techo, lo segundo, la distancia que había del techo al patio de la casa del vecino, situación que, comparando notas después con mi esposa, nos puso bastante tensos.

Comenzamos a correr tejas, a sacar los pedazos de las rotas, a barrer y reacomodas y tuvimos que reemplazar un trozo de fieltro que se usa como impermeabilizante en esos menesteres. 

También utilizamos la espuma de poliuretaro de las que les conté en la nota que menciono arriba, pero no como tenía previsto, sino como complemento al fieltro. 

Días antes, mi esposa le había preguntado a un vecino acerca de unas tejas que había puesto en la zona verde al frente de su casa, a fin de averiguar qué iba a hacer con ellas, a lo que le respondió que podíamos disponer de las que requiriéramos. 

Así las cosas, reponiendo las rotas y colocando otra hilera más para asegurar el nuevo fieltro, gastamos 30 tejas, para lo cual, créanlo o no, le invertimos tiempo hasta las 12:30 pm, solo organizando el techo. A esa hora tuvimos que hacer un alto, porque la verdad sea dicha, ambos nos sentíamos agotados, suma del sol, la actividad física y la tensión de estar en esas altura trabajando, sin siquiera un lazo amarrado a la cintura, y si, quien diga que fuimos algo imprudentes, no le falta razón, pero por fortuna todo salió bien y procuramos ser bastante cuidadosos. 

Al final, terminamos hacia las 4:00 pm, recogiendo escombro, que bajita la mano sumó algo más de 20 kg y dejando todo limpio. Ahora estamos a la espera de la prueba de rigor para comprobar cuán bien nos quedó el arreglo, por lo que estamos esperando alguna lluvia, pero hasta el momento de escribir estas líneas, eso no ha pasado. 

En honor a la verdad, terminamos molidos, la movida de las tejas, la subida y bajada de escaleras, el sol y la falta de costumbre en el desarrollo de esas actividades nos causaron gran fatiga. Me quito el sombrero frente a los trabajadores de obras que deben atender esas labores diariamente. 

En casa en diferentes momentos, Doris y yo nos hemos encargado de adelantar muchos arreglos, entre los que se tienen hechura de armarios aprovechando madera reciclada y pintura, lo que nos ha permitido ahorrarnos algunos pesos.

También sea esta la ocasión de dar gracias nuevamente al Todopoderoso por el regalo que nos hizo de poder contar con un techo propio, al cual le hacemos cariñitos ocasionales para mantenerlo agradable y que nos podamos sentir a gusto. Quienes somos propietarios, sabemos cuan complejo puede resultar a veces el mantenimiento, pero es algo que vale la pena para promover un ambiente optimo para la familia.

De momento no tenemos pendiente otras cosas, pero esperamos que, llegado el momento, esperamos poder hacerlas con la misma entrega y dedicación como lo hemos venido haciendo a lo largo de tantos años.


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Hasta la próxima

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