Contando calderilla

 

Imagen generada por Meta AI

Calderilla: nombre femenino.

Conjunto de monedas de escaso valor.

     Esta semana, y después de mucho pensarlo, cancelé mi plan de telefonía celular, con lo que nuevamente volveré a ser prepago en cuanto a recargas se refiere, valga la claridad.


    Duré varios años con dicho plan, pero el mismo me empezó a parecer algo excesivo, dado que no estaba usando mucho ni los minutos, ni los datos, así que andaba pagando más por menos.

   Me hice al mismo, porque en los tiempos laborales, debía mantener comunicación con diferentes personas y realmente se justificaba contar con el servicio, pero en las actuales circunstancias, donde se debe hacer rendir cualquier peso, es cuando se empiezan a ver las maneras de recortar gastos, y que quede constancia que en casa no somos de lujos ni de ostentaciones. 

   Dentro de las pérdidas que he de sufrir por la cancelación de mi plan, están la de la antigüedad ante la empresa, facilidades de crédito para compra de equipos nuevos, acceso a la plataforma de video y pérdida de espacio de almacenamiento en la nube.

    Comienzo mi historia de hoy con este antecedente, porque se supone que desde el año pasado se viene implementando la nueva estrategia que va a reemplazar los estratos sociales en el país, el llamado Registro Universal de Ingresos (RUI), que según da cuenta, reclasificará a la población, precisamente, por la cantidad de dinero que posean los hogares, para de esta manera asignar subsidios, bien para servicios públicos o diferentes programas gubernamentales.           

  Como lo entiendo y puedo estar equivocado (de ser así, acepto cualquier aclaración al respecto), el que tenga más dinero en casa, recibirá menos recursos estatales, aún a pesar de haberlos tenido durante muchos años, como pasa con los subsidios de servicios públicos,  y más complejo aún, deberá aportar más para los más vulnerables.

  Para tal fin, se harán encuestas, se cruzará información con la DIAN y seguramente se solicitará información financiera a los bancos, para determinar “la mejor manera de distribuir los recursos”, cosa que sería muy satisfactoria si la corrupción no fuera un tema permanente en todas las esferas del poder.

   Muchas veces he manifestado en mis historias que, como ciudadano, me duele mucho que siendo honesto y responsable con mis obligaciones, los hampones de cuello blanco se estén aprovechando y usufructuando a espaldas de las personas de bien que aún creemos en la Constitución y las leyes, y más doloroso aún, que no se obre con celeridad para castigar a los culpables, quitarles hasta la camisa y que repongan con sus patrimonios todo eso que se han estado robando, porque tristemente esas leyes en ocasiones pareciera que estuviesen pensadas para beneficiar a los malhechores.

   Colombia, tristemente en materia de recursos económicos, es un país bastante desigual. Hay quienes tiene demasiado y quienes a veces no alcanzan ni lo esencial. Y el gran secreto no es acabar a los ricos, se necesita de quienes poseen el capital para que lo pongan a producir, sino derrotar la pobreza, con opciones consensuadas, políticas claras, planes de trabajo debidamente estudiados, donde se escuchen las voces de quienes saben y entienden de esos temas, sin que se estén preguntando cosas obvias a través de encuestas, ni convocando a las personas a realizar protestas que pueden salir muy mal.

   Ciertamente que todo trabajador desea una remuneración justa, eso ni se discute, pero no se trata de un asunto solamente de decir “hay que hacerlo” sino de sentar las bases precisas y estudiadas que den cuenta de estrategias claras para la obtención de recursos sobre el “cómo hacerlo”, para no generar ambivalencias, ya que el costo de un trabajador para un empleador es sumamente alto, cosa que se pretende dejar de lado, desconociendo la realidad de las empresas.

   Es un secreto a voces que una familia en nuestro país no sobrevive con un salario mínimo. Dicen los que saben que, una persona sola podría requerir algo más de $2’700.000 para poder tener un modo de vida estable, cubriendo sus necesidades básicas. Palabras más, palabras menos, lo que se gana actualmente hoy, no alcanza para uno solo, ahora no digamos para una familia.  Ninguno de nosotros es ajeno a las historias donde padre y madre deben trabajar, para conseguir el sustento, dejando a sus hijos al cuidado de terceros, y eso pensando en hogares medianamente constituidos, ahora qué se podrá decir de madres cabeza de hogar o padres solteros que tienen que reventarse para poder sobrevivir junto a sus hijos.

   Un gobierno no tiene que hablar por hablar frente a las problemáticas sociales, con discursos populistas, sino partiendo de bases realistas, estudiadas, discutidas, construidas, analizadas, que miren los pros y los contras y que en consecuencia se obre con acciones inteligentes, pensadas en el bien del trabajador, pero también de las empresas, con lo que dicho sea de paso, todos ganamos.

  Tenemos una diversidad enorme de realidades laborales: la informalidad, el campo, las fábricas, los productores, los estudiantes, los profesionales de todas las áreas, deportistas, actores, empíricos, etcétera, cada uno con sus propias características y necesidades. No es posible poner en un mismo saco todas esas realidades, son temas que necesitar mucho estudio y análisis, no fórmulas impositivas que posiblemente lo que van a lograr es que las circunstancias se pongan más difíciles de lo que ya están. 

   Lo dije en algún otro escrito, si las cosas siguen así, no estamos lejos del día en que nos veremos supeditados a albergar a un tercero en nuestros hogares, sea un hijo, un pariente o un extraño, solamente para llegar a fin de mes con los menos apuros económicos posibles. Y si, hoy estoy algo pesimista, así que disculpen el tono, pero cuando se cuenta calderilla para tratar de cubrir los gastos, no se puede dejar de lado ese desasosiego. 

   P. D. Me siento bastante decepcionado con lo que me dijeron en mi operador de telefonía móvil. Me han castigado porque opté por no seguir pagando por un servicio que no estaba usando como ellos esperaban. Y peor aún, si algún día vuelvo a contratar un servicio con ellos, me van a tratar como un recién llegado, con todo y tarifas nuevas.

   P. D. 2. Ya vencí mi propio récord en el juego que les conté la semana pasada jajaja.



Comentarios

  1. Muy apropiado para el momento histórico que esta viviendo colombia, este país esta inmerso una corruptela social y económica que deriva en caldo de cultivo para politiqueros baratos como el actual presidente. Buen tema

    ResponderEliminar
  2. Un gobierno no debe incitar a la violencia cuando las cosas no salen a su favor, ni aumentar la división de clases, comparto mucho el aporte de don Martín, de un debate consensuado, que ya lo lograron al reabrir la reforma laboral, porque todos buscamos condiciones dignas laborales, y que las cargas salariales estén acordes a la realidad actual.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Astrid

Otra vez, no es más que un hasta luego

Don Mario