De bata en el hospital
Saludos a todos, espero que se encuentren muy bien. Anduve de hospital esta semana, ya les voy a contar.
Resulta que, en días pasados, tuve revisión por dermatología y la médica tratante me sugirió que era prudente hacer una biopsia de una verruguita que me resultó, solamente por descartar cualquier cosa, con tan buena suerte que el procedimiento salió bastante rápido y ya me tomaron la muestra.
Se trató de un procedimiento ambulatorio, me demoré más esperando a ser atendido que lo que se tardó la biopsia, ya que habíamos llegado con mi esposa tipo 11:00 am, y apenas a las 2:00 pm me pasaron al quirófano. En total serían unos 12 o 15 minutos, nada más.
Dentro de los cuidados que me recomendaron fue el no caminar por un par de semanas, ya que la sudoración puede causar infecciones, un antibiótico tópico y limpieza regular, punto. Así que desde el lunes nos hemos visto privados de nuestras acostumbradas caminatas con Doris, salvo anoche que fuimos a cine a un centro comercial que queda cerca de casa, sin inconveniente alguno.
Eso me hizo recordar las otras veces que me he visto sometido a quirófano. La primera fue una apendicectomía, en noviembre de 1991, luego del segundo puente festivo de ese año. Lo recuerdo bien porque, por esas cosas de la vida, había estado de servicio en mi batallón todo el fin de semana, y ese lunes festivo entregué turno y me dispuse a descansar, porque realmente me sentía agotado.
Luego de dormir un rato en la mañana, salí a montar bicicleta, visité a una amiga y su familia y llegué nuevamente al batallón para la comida, pero ya venía sintiéndome mal, con algo de fiebre y molestia abdominal. Comí, me fui a dormir y como a la media noche me desperté con vómito y, ahora sí, un fortísimo dolor abdominal. Me llevaron al dispensario y me revisó el mismo médico que tal vez un mes antes me había dicho que podía estar teniendo problemas de apéndice, quien me había prescrito cierto medicamento, pero no me lo tomé porque eso coincidió con un fiestón de muy Padre y Señor mío que hubo en el batallón, mismo que me disfruté a más no poder, y como no volví a tener molestias, pues dejé de lado el tema... hasta esa noche.
El galeno me auscultó, me miró, y con su gracia habitual me fue diciendo:
- Rocha, adivine".
- No me diga que apendicitis doctor.
- Bueno. No le digo. - Luego de lo cual le dijo al enfermero de servicio -alístenlo para cirugía, hay que enviarlo urgente al hospital.
Y así fue, un poco antes de las 5 de la mañana me remitieron para el hospital de Florencia, donde me prepararon para la operación, siendo la encargada de mi asepsia una venerable anciana, para más señas, religiosa, cosa que no me esperaba. Me operaron sin mayores complicaciones, pero la recuperación se vio empañada por la formación de un coagulo en la herida, situación que provocó que me retiraran los puntos y dejaran que la herida se cerrara por sí misma cubierta con microporo y la limpieza requerida, además de los antibióticos de rigor y analgésicos. Estuve cerca de un mes eximido del servicio y otro tanto sin poder adelantar actividad física excesiva, por fortuna evolucioné bastante bien.
En 1993, le tocó el turno a una muela cordal. Lo que empezó siendo una consulta sencilla para extraer una muela, se convirtió en un procedimiento de poco más de tres horas.
Todo comenzó cuando, una vez me había anestesiado, el odontólogo aseguró la muela con el fórceps, movió la herramienta, movió su cabeza de forma negativa y le dijo a la asistente: "cancele las citas de la tarde". Asombrado, le pregunté, "doctor ¿Qué pasó?, a lo que me respondió "toca operar, chino".
El odontólogo tuvo que fracturar la pieza dental, cortar encía y sacarla por pedazos y tomar radiografías para ir mirando el progreso, todo porque la pinche muela tenía unas raíces completamente dobladas y estaban sumamente incrustadas en el alvéolo. Todavía recuerdo y me estremezco, esa cirugía la sentí mucho, mucho, porque llegó un punto en que la anestesia empezó a perder su efecto, y la recuperación fue bastante lenta y dolorosa.
Mi tercer encuentro con un bisturí se dio en el 2002, un mes antes de que naciera Sofi, cuando tome la decisión de realizarme la vasectomía como método de planificación. También, un procedimiento ambulatorio, que lo único que me causó fue que, cuando salimos del lugar donde me atendieron, como nos quedaba cerca la parada de bus para ir a casa. Habíamos empezado la marcha al punto de abordaje, cuando tuve un desvanecimiento a consecuencia de un efecto retardado de la anestesia, nada serio, pero tuvimos que subir en taxi a casa. Por lo demás, hielo, algún analgésico y reposo, con lo que logré recuperarme bastante bien.
La cuarta vez que me puse bata hospitalaria por cirugía, se dio tal vez en el 2007, a causa de unos cálculos en la vesícula que me llevaron a consultar en mi servicio de urgencias, lo que conllevó a una colecistectomía (traducción, extirpación de la vesícula), la cual fue hecha por laparoscopía, lo que facilitó mucho más mi recuperación.
Lo que más recuerdo de esta cirugía, fu el hambre tan tenaz con la que me desperté al día siguiente, ya que había completado un poco más de 30 horas de ayuno, solo suero, así que, a la mañana siguiente, Doris me había llevado desayuno, recuerdo que fue arroz con carne molida y si mal no estoy huevito revuelto, y sin pensarlo dos veces, me lo comí, sin tener autorización médica todavía. Algunos minutos después de haber terminado, llegó el médico tratante, me revisó y me autorizó a comer y me dio el alta. Obviamente no le dije que ya había comido, lo que no impidió que me comiera el desayudo del hospital que me llevaron poco después. También con esto tuve una muy buena recuperación.
Y una última ocasión que, por fortuna no requirió cirugía, pero si hospitalización, fue debido a un forúnculo de proporciones gigantes que me causó mucha fiebre y una fuerte terapia antibiótica y que, para mi fortuna, drenó solo, con lo que me evité un posible dolor si hubiesen tenido de drenarlo manualmente.
Ahora solo me queda esperar los resultados de la biopsia, y tanto la médica tratante como yo estamos optimistas de que todo va a estar muy bien, pero de ahí la importancia que se debe prestar a hacer los controles y revisiones necesarios en lo que a la salud se refiere. Hasta donde recuerdo, nunca he rehuido de ningún examen recomendado, me parece que eso es fundamental para verificar que todo vaya bien o para tomar los correctivos del caso.
Por lo pronto no es más, salvo que quieran comentar cosas de sus cirugías, de seguro también de esto puede haber historias interesantes. Un abrazo y hasta la próxima.
Comentarios
Publicar un comentario