¿Pocillo o desechable?

 


El pasado lunes festivo, yendo a un encuentro de planeación de actividades para el año entrante con otros compañeros de mi parroquia, hicimos una breve parada, antes de llegar a nuestro destino.

Y como ya se había pasado la hora de mi segundo tinto matutino, me dirigí silencioso al lugar donde sabía que yo un tinto encontraría, más ahí si bien lo encontré, y asombrado me quedé cuando me preguntaron ¿pocillo o desechable?

En honor a la verdad, ya hacia mucho, pero mucho tiempo que no me realizaban esta pregunta en ningún establecimiento que comercializa esta deliciosa bebida, o al menos, para mí lo es.

Se me vino entonces a la memoria las primeras publicidades en materia de implementos desechables en la televisión nacional. Una en particular que enfocaba la boca de muchos comensales tomando alguna bebida, mencionando sus nombres y terminando con una sentencia medio siniestra respecto al decir que no sabes quien había tomado en esa taza, "por eso es mejor tomar en desechables".

Tengo la confianza de que el tinto que me sirvieron en el pocillo esté cumpliendo con las normas de higiene básicas para su comercialización, esto en vista de las nuevas disposiciones existentes en materia de la descontinuación de ciertos desechables en el país, con lo que se busca impactar de mejor manera en el medio ambiente.

Esto dio pie a que rememorara algunas cosas del pasado, que resultaban tan comunes en esas épocas. Por ejemplo, yo alcancé a conocer la botella de leche en vidrio, con su tapita de cartón, donde se pegaba parte de la nata y que yo consumía con avidez, que después fue reemplazada por la cantina de leche, y que yo iba a comprar muy juicioso al barrio Centro A, por los lados del entonces Centro de Higiene y que después, nos empezó a llegar a domicilio, porque la señora que atendía la lechería, cualquier día decidió salir a vender su producto en bicicleta.

También recuerdo que antes de los frascos plásticos, los envases de gaseosa, de jarabes y mermeladas, estaban hechos de vidrio, que, por sus propiedades, se prestaba mucho para su reciclaje. De hecho, no fueron pocos los hogares de la época que constituyeron parte de su cristalería, precisamente, con los frascos de mermelada. 

Y que me dicen de los infaltables canastos, grandes, medianos y pequeños según el mandado que se fuera a hacer en la plaza.

Desde hace rato, he venido cambiando mi percepción frente al paso de los años, al punto de que aquella frase de “todo tiempo pasado fue mejor” he tenido que reevaluarla y la he cambiado por “todo tiempo pasado fue diferente”, justamente porque cada época es una suma de cosas distintas, buenas y malas, y lo queramos o no, hemos tenido que pasar por muchas situaciones.

Ya antes les he dicho que me considero una persona afortunada, soy hijo de dos siglos, que nació apenas dos años después de que el hombre pisara la luna, que se deslumbró con los primeros televisores a color, cajón de madera, pata de bronce, que aprendió mecanografía en máquinas que por lo general se les pegaba alguna tecla y que tuvo que aprender un montón de comandos para escribir sus primeros textos digitales, sin mencionar los adelantos científicos en materia de salud e imágenes diagnósticas.

Y en todos esos procesos, tristemente, se ha venido fallando en la conservación del planeta. Desde hace tiempo, se ha buscado tratando de concientizar a la población en general de la necesidad de hacer un cuidado responsable de nuestro hogar común, con unas buenas prácticas de reciclaje, de compartir vehículos para reducir la huella de carbono, reutilizar aguas para los sanitarios y un largo etcétera, en procura de darle un respiro a este planeta azul, pero es un tema que requiere de una participación colectiva, partiendo de los gobiernos y las multinacionales y pasando por el compromiso de cada individuo, la vaina es que todavía y pese a los más catastróficos vaticinios, mucha gente aún no toma conciencia de ese cuidado, como si existiera un mundo de reemplazo debajo de la almohada de la cama.

En lo personal, me va a seguir gustando la pregunta de si pocillo o desechable, y ya seguramente en el corto plazo, dicha pregunta será obviada, y volveremos a disfrutar de un buen café en pocillo de porcelana o de peltre. Por lo pronto, sigamos apostándole a la conservación y a dar nuestro mejor esfuerzo en materia de reciclaje, cada pequeña acción cuenta en pro de nuestro mundo. Un abrazo.


Comentarios

  1. Excelente remembranza,definitivamente la vida en los pueblos es mas descomplicada es como si se resistiera a los cambios de tiempo.
    No hay como puebliar y devolverse en el tiempo y al tiempo de nuestros abuelos.

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  2. Gracias por compartir, me transporté mentalmente a las diferentes épocas que mencionaste... como dices, cuidar el medio ambiente es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros, empezando por actos pequeños en casa.

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