Leonel

 Esta nota la escribí en Facebook el 19 de noviembre de 2019


Hola todos, espero se encuentren bien y que hayan tenido un feliz fin de semana.

Tengo un sobrino llamado Leonel quien, por esas cosas de la vida, ha partido del país, su hogar, familia y amigos, en busca de un sueño, para lo cual se ha dirigido a tierras mexicanas y por eso, hoy quiero compartir estas líneas especialmente a mi hermana Clara, mi cuñado Guillermo y mi sobrino Julián, quienes, al igual que el resto de la familia, no dejan de sentir una gran tristeza por esta partida.

Mi reflexión apunta a que, como padres, así nos cueste, debemos estar mentalizados de que nuestros hijos nos son dados en calidad de préstamo y que más temprano que tarde, deben volar por su propia cuenta.

Los Rocha Rincón, tenemos un asunto en común, y es que somos de lágrima fácil, así que entiendo perfectamente la tristeza que mi hermana Clara debe estar pasando en estos momentos, pero tanto a ella como a Guillo su esposo y Julian mi sobrino y al resto de la familia les digo, ánimo, Leonel es un buen muchacho y ustedes han sabido inculcarle valores humanos, y con toda certeza, le va a ir muy bien en su proyecto de vida.

Es natural que nos sintamos tristes y con muchas incertidumbres, las partidas no son fáciles, pero esto hace parte de la vida, y siempre estará el hogar para acogerlos nuevamente como puerto seguro.

Este episodio trajo a mi memoria mi propia experiencia el día que decidí vestir el uniforme del Ejército Nacional. Un 30 de agosto de hace muuuuuchos años, muy temprano en la mañana, con el corazón en la mano, saqué la llave de mi casa y se la fui a entregar a mi mamá, quien no sin cierto sobresalto, me la devolvió de nuevo y me dijo “llévesela papito que la puede necesitar”. A la semana, cumplí años, imagínense, un recluta en el Ejercito, lejos de casa, sin familia ni amigos, pues lloré por que qué más iba a hacer, pero esa experiencia me ayudó a madurar y a entender que mi vida estaba fuera de casa, pero no por ello alejada de ella, porque siempre las puertas del hogar estuvieron abiertas para todos los hijos, y lo siguen estando, nada más ver la alegría de mis padres Martín (Q. E. P. D.) e Isabel cuando podemos visitarla.

A mi sobrino Leonel, le deseo lo mejor en este nuevo periplo, que aprenda mucho, que crezca como persona y pueda llevar a cabo su plan de vida, pero, sobre todo, que no pierda la fe en Dios y no olvide que en casa su familia, no solo lo ama, sino que lo espera con mucha alegría.

Y a la familia, mucho ánimo, recordemos que en la vida son necesarios algunos sacrificios en pos de nuestros sueños.


Hasta la próxima


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