A pasos chuecos
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Imagen tomada de https://acortar.link/uiLkJJ |
Esta semana, el mundo cultural de Medellín sufrió uno de sus episodios más lamentables por las declaraciones del ya exsecretario de cultura Manuel Córdoba, por manifestar públicamente que él no sabía de cultura, ni de registros ni de bibliotecas.
Por tanto, nuevamente se trae a la
palestra pública, el ya trinado trasegar de funcionarios sin las competencias
debidas en los diferentes cargos de la administración pública a cualquier
nivel, sea local, departamental o nacional, con lo que, nuevamente, queda al
descubierto que, como sociedad, nos falta mucho, pero mucho en materia de
legislación y cultura social, para nombrar funcionarios verdaderamente
competentes, que ocupen sus puestos por sus méritos y experticias y no como el
resultado de favores o cuotas políticas.
Se me vino a la mente entonces, una de
mis clases en la universidad donde tocábamos algunos aspectos históricos y
recordamos una frase, a mi parecer, malamente célebre del expresidente Julio
Cesar Turbay “Reduciré la corrupción a sus justas proporciones”. En primer
lugar, no me cabe en la cabeza que la corrupción tenga una proporción, en sí
misma ya es una falta gravísima, hágala quien la haga. Y tristemente, nuestra
historia está llena de corruptos de toda índole, con lo que resulta
supremamente difícil confiar en las personas o en las instituciones.
Lo peor es que ya llevamos unos buenos
años del siglo XXI, viviendo en el futuro que muchos imaginamos hace 30 o más
años y parece que cada vez se dan más palos de ciego y se retrocede para hacer
cada vez más mal las cosas.
Como muchos de ustedes saben, soy bibliotecólogo y amo profundamente mi profesión, aunque ya, por esas cosas de la vida no la ejerzo, pero eso no quiere decir que no me preocupe lo que le acontece.
Cuando oigo a un funcionario público, encargado de la cultura de mi ciudad decir que no sabe qué es un registro o una biblioteca, me causa un profundo dolor y mayor estupor, porque es una verdadera bofetada a esta bella labor. Los bibliotecólogos somos gestores culturales, pasamos muchos años estudiando y aprendiendo destrezas para poner a punto las colecciones de las bibliotecas, organizamos y demarcamos esas colecciones, y disponemos maneras de recuperar esa información, nos preocupamos por el fomento de la lectura, velamos porque en los espacios bibliotecarios se adelanten muchas actividades que llamen al compartir, el aprender y el disfrutar, porque estamos convencidos que la lectura, los libros y las bibliotecas, son agentes transformadores de cambios sociales que impactan positivamente a la población.
Sigo guardando la esperanza de que las cosas pueden cambiar para bien, que en algún momento, los astros se van a alinear para generar un gran despertar social que nos conduzca a exigir con las herramientas legales de que disponemos, que las cosas se hagan de acuerdo con las necesidades del país, sin intereses personales o de colectivos politiqueros, que lo único que le hacen al país es un daño inmisericorde.
Hay que trabajar mucho en todos los órdenes sociales para hacer sentir las voces de protesta y que no se vuelvan a dar respuestas de la naturaleza que dio el exsecretario. Por ahí dicen que la esperanza es lo último que se pierde, confiemos en que sea así y que podamos dar una verdadera evolución social acorde al desarrollo de los tiempos.
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