A pasos chuecos
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Por tanto, nuevamente se trae a la palestra pública, el ya trinado trasegar de funcionarios sin las competencias debidas en los diferentes cargos de la administración pública a cualquier nivel, sea local, departamental o nacional, con lo que, nuevamente, queda al descubierto que, como sociedad, nos falta mucho, pero mucho en materia de legislación y cultura social, para nombrar funcionarios verdaderamente competentes, que ocupen sus puestos por sus méritos y experticias y no como el resultado de favores o cuotas políticas.
Se me vino a la mente entonces, una de mis clases en la universidad donde tocábamos algunos aspectos históricos y recordamos una frase, a mi parecer, malamente célebre del expresidente Julio Cesar Turbay “Reduciré la corrupción a sus justas proporciones”. En primer lugar, no me cabe en la cabeza que la corrupción tenga una proporción, en sí misma ya es una falta gravísima, hágala quien la haga. Y tristemente, nuestra historia está llena de corruptos de toda índole, con lo que resulta supremamente difícil confiar en las personas o en las instituciones.
Lo peor es que ya llevamos unos buenos años del siglo XXI, viviendo en el futuro que muchos imaginamos hace 30 o más años y parece que cada vez se dan más palos de ciego y se retrocede para hacer cada vez más mal las cosas.
Como muchos de ustedes saben, soy bibliotecólogo y amo profundamente mi profesión, aunque ya, por esas cosas de la vida no la ejerzo, pero eso no quiere decir que no me preocupe lo que le acontece. Cuando oigo a un funcionario público, encargado de la cultura de mi ciudad decir que no sabe qué es un registro o una biblioteca, me causa un profundo dolor y mayor estupor, porque es una verdadera bofetada a esta bella labor. Los bibliotecólogos somos gestores culturales, pasamos muchos años estudiando y aprendiendo destrezas para poner a punto las colecciones de las bibliotecas, organizamos y demarcamos esas colecciones, y disponemos maneras de recuperar esa información, nos preocupamos por el fomento de la lectura, velamos porque en los espacios bibliotecarios se adelanten muchas actividades que llamen al compartir, el aprender y el disfrutar, porque estamos convencidos que la lectura, los libros y las bibliotecas, son agentes transformadores de cambios sociales que impactan positivamente a la población.
Sigo guardando la esperanza de que las cosas pueden cambiar para bien, que en algún momento, los astros se van a alinear para generar un gran despertar social que nos conduzca a exigir con las herramientas legales de que disponemos, que las cosas se hagan de acuerdo a las necesidades del país, sin intereses personales o de colectivos politiqueros, que lo único que le hacen al país es un daño inmisericorde. Hay que trabajar mucho en todos los ordenes sociales para hacer sentir las voces de protesta y que no se vuelvan a dar respuestas de la naturaleza que dio el exsecretario. Por ahí dicen que la esperanza es lo último que se pierde, confiemos en que sea así y que podamos dar una verdadera evolución social acorde al desarrollo de los tiempos.
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