Sospechas navideñas
El día arrancó nublado, la temperatura estaba baja, pero se prestaba perfectamente para iniciar nuestra caminata matutina. Al poco de estar caminando, una figura colorida llamó mi atención. Estaba boca arriba encima de un techo de lata, perteneciente a un puestico de ventas de tinto. No vi ni renos, ni trineo, ni bolsa de regalos, solo aquel personaje barbón enfundado en su clásico vestido rojo, durmiendo a pierna suelta. “Mirá a aquel, así no va a llegar a ninguna parte” le dije a mi esposa, quien hasta ese momento no lo había detallado. “Jum, quien sabe donde lo trasnocharon jajaja” fue su respuesta. Así que cuando lo vi de esa manera, sospeché que muchas personas no iban a tener una Feliz Navidad.
Por lo general, estos tiempos de fin de año, envueltos en unas fuertes costumbres navideñas para la mayoría de las personas, se caracterizan por varias cosas: gente a montones en los comercios, en los mercados, idas y venidas a donde los familiares, reencuentros, reconciliaciones, peleas que tristemente no faltan, afanes por viajes, incógnitas de ¿de dónde voy a sacar para el traído?, las infaltables propuestas de” lleve ahora y page en enero”, solo por mencionar algunas.
Digan lo que digan, diciembre es un mes muy costoso, y mucha gene se da a la tarea de “tirar la casa por la ventana” durante estas fiestas, no se si dándole cumplimiento a una frase un poco lapidaria de “comamos y bebamos, que mañana moriremos”. También sé que estas fechas promueven muchos buenos sentimientos y caridades hacia los menos favorecidos, eso me parece bastante bien.
Ya hace mucho, mucho tiempo que en casa no viajamos a otros lugares a pasar las festividades de fin de año, y no es porque no nos guste pasar tiempo con la familia, ni más faltaba, es un tema que va en un sentido más práctico desde lo económico, por un lado, y por nuestro servicio parroquial, por otro. Así que cuando viajamos, que tampoco es que sea muy seguido, lo preferimos hacer en temporada baja, llevando al hombro nuestro morral con lo más básico de pertenecías y sacando provecho de cuanto podamos, ya en alojamientos, ya en alimentación. De otro lado, y dadas nuestras creencias, nos gusta compartir estos tiempos en comunidad parroquial, acompañar las actividades litúrgicas y vivir esos momentos de jolgorio para muchos, dentro de un ambiente más espiritual, sin que eso quiera decir que no haya espacio para la diversión, ya que, con moderación, todo se puede disfrutar debidamente.
Hoy desde la nota itinerante, les quiero desear a todos mis seguidores y sus familias felices fiestas y mis mejores deseos porque sus sueños y anhelos para el nuevo año lleguen a la realidad. Gracias por haber acompañado este modesto ejercicio de escritura durante este año y espero seguir contando con su apoyo el próximo, si así está previsto en esta vida. Abrazos a todos.
Comentarios
Publicar un comentario