“Uno para todos y…”


Saludos a todos, espero que se encuentren muy bien. Les cuento que mi esposa y yo andamos algo indispuestos con lo que parece ser un cuadro viral, nada extraño debido estos cambios tan súbitos de clima. 

Esto me llevó a pensar que el clima anda medio loco, no sé qué piensen ustedes: que el fenómeno del Niño, que el fenómeno de la Niña, que lluvias en exceso, que sequias prolongadas. 

Yo ya hace muchos años dejé Bogotá, pero de las cosas que recuerdo mucho, son sus fríos y sus aguaceros. Hace cuarenta años Bogotá era una verdadera paleta helada, al menos esa era mi percepción. Recuerdo muchas mañanas camino a la escuela o al colegio ver el pasto lleno de escarcha, amén de los infaltables sacos y abrigos que la gente solía cargar para contrarrestar el frio. 

Eso ha venido cambiando un poco, o al menos las pocas veces que he vuelto a la ciudad, el frio no se me hace tan fuerte, aunque no puedo decir que haya desaparecido del todo. Qué se podrá decir entonces de esos grupos de personas que viven en condiciones extremas, de heladas o calores intensos, aunque asumo que aquello que dice que “el hombre es un animal de costumbres” cobra pleno sentido en tales circunstancias. 

Y he aquí una de las cualidades más asombrosas de los seres humanos, su capacidad de adaptación, lo que nos ha permitido estar a la cabeza de la cadena evolutiva, aunque no siempre de forma brillante debido a tandas idioteces que, como especie, venimos adelantando desde que somos “homo sapiens”. Y digo venimos adelantando, porque en pleno S. XXI, seguimos malgastando, destruyendo, atentando contra la naturaleza, peleando unos con otros, odiando, menospreciando y un largo etcétera de cosas tristes y negativas que nos dejan muy mal parados como culmen de la evolución. 

Ya en alguna otra nota les comentaba que cuestiono mucho la posibilidad de alcanzar las estrellas por parte de nuestra especie ¿realmente merecemos alcanzar otros mundos? ese es un tema que me sigue dando vueltas en la cabeza, porque no hay garantía alguna que en otros lugares lo hagamos mejor de lo que hemos hecho aquí. Y sí, no es toda la humanidad, hay gente maravillosa en todas las latitudes deseosa de aportar a la construcción de un mejor mundo, muchos de nosotros quizás estemos en ese grupo, pero aún falta mucha, mucha conciencia planetaria, y mientras no nos pongamos de acuerdo, difícilmente podremos alcanzar cosas mejores para nosotros y nuestro planeta. 

Cuando estuvimos confinados por la pandemia, me maravillé mucho de ver la manera en que los animales silvestres visitaban parajes urbanos, como aprovechando el respiro que esa especie bípeda les estaba dando, mostrando una armonía con el entorno que parecía un idilio. Creo que se vale soñar, creo que es posible cambiar a favor del planeta, pero también creo que se va a requerir de mucha voluntad, muchas políticas sociales y ambientales, muchos acuerdos internacionales, pero, sobre todo, mucho deseo de crecer como especie, pese a nuestras diferencias y opiniones, buscando los puntos medios del entendimiento. En nuestras manos está. Un abrazo y hasta la próxima.

 

Comentarios

  1. Maravillosa reflexión, lo triste es que son pocos los seres humanos que toman consciencia al respecto.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Otra vez, no es más que un hasta luego

Astrid

Don Mario