El lado Hyde de la vida.
La semana pasada, en un colegio
de Fontibón en la capital colombiana, una estudiante "enchukyzada" golpeó de forma brutal a
una profesora, porque ella, luego de haberle pedido que guardara su celular y
retirarse del salón, se lo decomisó, lo que dio por resultado un estallido de
furia y una agresión desmedida, misma que ustedes pueden ver en redes sociales.
Esto me ha hecho pensar en algunos temas que quiero compartir hoy. Lo primero que me llama la atención es ver hasta dónde puede llegar una persona cuando está sometida a la esclavitud, sea cual sea esta: tecnología, drogas ilegales, juego, pornografía, etcétera. No son pocas las historias que a diario se escuchan de violencias y miserias por este tipo de adicciones.
Un segundo aspecto, es
evidenciar hasta dónde han llegado la falta de valores que ya no se inculcan en
los hogares, donde se ha perdido el respeto a la autoridad y donde se
menosprecia al otro sin importar quien sea. Lo tercero, es la falta de empatía
de los compañeros de la estudiante en mención con la docente. Según cuenta
ella, pidió que alguien tomara evidencia de lo que estaba pasando, pero todo
parece indicar que se “amangualaron” al unísono y ninguno tomó ni siquiera una
foto. Según parece, se tuvo una breve reacción del grupo cuando ya se dio la
agresión, pero el daño ya estaba hecho, muchos prefieren publicar pendejadas
que solidarizarse frente a hechos lamentables, sin que esto quiera decir que
sea la regla general, valga la claridad.
Recordé entonces uno de mis relatos favoritos,
El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, novela corta del autor
Robert Louise Stevenson del año 1886, donde se narra la dualidad conseguida por
el personaje Henry Jeklyl, quien, mediante una poción, logra sacar un alter ego
maligno a todas luces, Hyde, capaz de cualquier clase de atrocidad. Si no
conocen el relato, los invito a leerlo.
En una de mis viejas notas que
publiqué antes del blog, dije que los seres humanos somos duales por
naturaleza, es decir, en nosotros está tanto lo bueno como lo malo, el trabajo
consiste en fomentar y equilibrar esas fuerzas interiores, pero lamentablemente
no siempre gana el bien. ¿Alguien alguna vez se ha puesto a pensar qué clase de
persona puede ser su alter ego? ¿mejor o peor que su yo actual? Esas preguntas
me cuestionan mucho, porque llegar a determinados puntos de acción puede
depender de la situación vivida. Una persona que es muy allegada a mí, me había
dicho que por nada del mundo se dejaría robar, que los agarraría a pata y puño
y saldría corriendo. La demora fue que la atracaran, se salvó de que le robaran
más cosas porque llevaba el celular en la mano y los delincuentes se
conformaron solo con eso, y no los agarró a pata y puño.
Todos reaccionamos de
diferentes maneras. Como Jekyll, todos tenemos nuestra propia poción que puede
desencadenar lo peor de nosotros, el chiste está en decidir tomarla o no.
Lo que hizo la estudiante es
sumamente grave y lamentable, y en lo personal espero que la docente interponga
las denuncias correspondientes y se apliquen los correctivos a que se diera
lugar. Si queremos triunfar como sociedad, debemos tener muy en claro que no
solo somos personas de derechos sino además de obligaciones, lo que implica el
respeto a la autoridad legítimamente constituida. Las personas no pueden hacer
lo que se les venga en gana así porque sí.
Existen normas, reglas, leyes, y si
no se las han inculcado en la casa, entonces asuma las consecuencias por sus
equívocos.
No se puede seguir “normalizando”
las malas acciones, hágalas quien las haga. Si todos somos sujetos de derechos,
también lo somos de deberes y de respeto, de lo contrario ¿qué nos depara el
futuro? ¿Hasta cuándo se le va a seguir dando la razón a quienes infringen las
normas? ¿hasta cuándo la alcahuetería para los que obran mal? No, así no se
puede, si se supone que vivimos en un Estado Social de Derecho, entonces que
las leyes sean para todos por igual, de lo contrario cada vez vamos más de
nalgas al estanque. Hasta la próxima.
Terminología.
Amangualar: Ponerse de acuerdo con alguien para un fin, generalmente ilícito.
Enchukyzada(o): término basado en la película Chuky, el muñeco diabólico (United Artis, 1988), se refiere a una persona energúmena, que pareciese que la poseyó un demonio.
Comentarios
Publicar un comentario