¿Cada cosa en su lugar?
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Sin ir
más lejos, puedo decirles no sin cierta pena, que no soy precisamente el hombre
más ordenado sobre la faz de la tierra, creo que puedo caber en la categoría de
ordenado promedio. Para muestra un botón, desde el pasado 24 de diciembre perdí
mi prótesis dental, y no fue ni siquiera porque haya participado en algún
jolgorio decembrino o me haya pasado de tragos, simplemente esa mañana cuando
fui a sacarla de su lugar de reposo nocturno, simplemente no estaba y hasta el
sol de hoy no la he vuelto a ver, así que ando sin tres dientes desde hace
rato.
Yo
empecé a sentir con más fuerza el tema del orden cuando mi Sofi cayó en una época
en que el asunto le valía lo mismo ocho que ochenta y su argumento era que “las
mentes creativas son desordenadas”. Al pensar en este argumento, se me viene a
la mente la escena de una película, Los tuyos, los míos y los nuestros (2005),
protagonizada por Rene Russo y Dennis Quaid, en donde el personaje de Rene
posee un cuarto de trabajo con mil cosas, dada su labor de diseñadora, y su
desorden hace parte fundamental de su proceso creativo, tanto que entra en shock
cuando los hijos, en un plan para desestabilizar la relación, lo reorganizan y
ponen todo en cajones.
Recuerdo
que hace muchos años en un ejemplar de la revista Selecciones de los que leía
habitualmente, me encontré la historia de una paciente con TOC (Trastorno
obsesivo compulsivo) que, en procura de ayudarse a mejorar su condición,
recibió de su siquiatra una receta poco particular “deje de arreglar su casa un
mes”. Si mal no recuerdo, la paciente, con un esfuerzo sobrehumano, pudo seguir
la receta y mejorar en buena medida su obsesión y, por ende, sentirse bien consigo misma.
También existe el reverso de la moneda, aquellas personas que
no tienen ningún sentido del orden, llegando a otro tipo de situaciones
enfermizas como puede ser el caso de los acumuladores, cuyo único afán es
tener, tener y tener, así no usen nada.
En
casa ya me han sido menos frecuentes los llamados de atención por dejar las
cosas fuera de lugar y Sofi también pasó su etapa, al menos en gran medida. Creo
que el tema va en un sentido de autorregulación personal, sea que se viva solo
o en compañía de alguien más. Es necesario saber discernir aquellos aspectos
que, desde lo estético del entorno, no está bien que se llegue al desorden y
procurar apuntar a generar un mayor sentido de pertenencia y respeto propios, ya
que es responsabilidad de cada uno asumir sus compromisos, aunque, si se me
permite, también teniendo un punto medio “ni tanto que queme al santo ni tan
poco que no lo alumbre” como dice el adagio.
Y ustedes ¿qué experiencias
tienen respecto al orden o al desorden? ¿Han experimentado alguna receta para
mejorar estas situaciones? Recuerden dejar sus comentarios y si desean hacer
propuestas para nuevos contenidos, siéntanse en la libertad de hacerlas. Un
abrazo y hasta la próxima
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