El arte de vivir en compañía
Imagen tomada de https://acortar.link/7FGdpG
Pero bueno, hoy es otro día y
las cosas fluyen de otra manera. Mi tema en esta ocasión es un poco una
continuación de lo que les conté hace dos semanas, en torno a mi experiencia de
soledad y mi anhelo de vivir en compañía por el deseo de compartir mi
existencia con alguien más, que a fin de cuentas, de eso debe tratarse la
familia.
Imagino que han escuchado aquel
dicho “más vale solo que mal acompañado”, que en lo particular creo que lo dijo
alguien a quien definitivamente las cosas no le salieron bien en sus relaciones
interpersonales. Ahora piensen un momento en cuántas personas han conocido que,
perfectamente se amoldarían a dichas palabras.
Para nadie es un misterio que
cada uno de nosotros es un mundo aparte, lleno de cosas buenas y otras no
tanto, y que de un momento a otro tomemos la decisión de compartir “mi mundo” con
“tu mundo”, es prácticamente un acto de fe, pero si no se hace, muy difícilmente
podremos conocer el resultado final.
Me duele mucho cuando escucho
historias de separaciones, ya que cada una de las relaciones tiene sus propios
matices, pero ciertamente resulta reconfortante cuando las cosas se terminan
por los riesgos que implica continuar en una relación tóxica, de esas que
pululan por ahí y que lastimosamente muchas han terminado en tragedia.
Cuando empezamos nuestro
romance con Doris, tuvo sus reservas en un principio, ya que había pasado por
una experiencia poco grata con su anterior pareja y sentía cierto temor a que
se repitiera la situación. Por fortuna, y debido a mis acciones y
demostraciones, esas reservas se lograron cristalizar en una relación afectuosa,
colaboradora y duradera ya que, hoy por hoy, llevamos más de 21 años
construyendo juntos nuestro hogar, y no crean que todo ha sido un lecho de rosas,
también hemos tenido nuestras diferencias, pero a la fecha ninguno de nuestros
hijos puede decir que nos hayan visto faltándonos al respeto o agrediéndonos de
alguna manera, jamás, y eso es algo por lo que estamos muy orgullosos.
Las relaciones perfectas puede
que no existan, pero sí las relaciones perseverantes, que se cimentan en el
respeto, el amor, el diálogo, la comprensión y la tolerancia, esas son las que
realmente alcanzan un estado de madurez y complemento del uno con el otro, y se
trata de un tema de construcción diaria. Si, hay personas que no pueden vivir
con alguien más, eso es respetuoso, pero aquellos que, si lo pueden hacer, no se
desanimen, y si las cosas no funcionan, pues tomen la mejor decisión, no se
trata de vivir mal el resto de la vida.
Hasta la próxima
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