De bigotes y cariños


 

Hola a todos, espero que se encuentren muy bien y que su comienzo de año, así como todo lo que viene del mismo, esté lleno de cosas maravillosas.

Lo prometido es deuda, así que les voy a hablar de nuestro querido gato Timmy Alejandro, el cual, luego de algo más de cinco años, ha partido a consecuencia de unos malos bichos llamados hemoparásitos.

     Inicio por contarles que siempre me han gustado los gatos. De niño tuvimos dos en casa, aunque también de existencias transitorias. El mío, Muñeco, criollo, blanco y negro, vivió tres años con nosotros y un día sin saber cómo ni por qué, se desapareció de la casa y nunca más volvimos a saber de él. El otro fue Pacho, de mi hermana Angélica, un angora blanco como el algodón, al que luego de un año, lo encontramos muerto a causa de envenenamiento producido por alguno de esos seres infernales que odian a los animales y me imagino que menosprecian hasta sus propias vidas.

    Mi último gato antes de Timmy fue un cachorrito de poco más de un mes, que me regalaron al poco tiempo de haber quedado desempleado, a los cinco meses de casado en mi primer matrimonio. Me dio mucha dificultad convencer a Astrid de tenerlo en casa, infortunadamente el gato no pasó de la primera noche, ya que estuvo maullando todo el tiempo, así que al día siguiente me dieron el ultimátum, Astrid no quería ver ese animal cuando volviera del trabajo. Así fue, lo tuve que devolver a quien me lo dio con toda mi tristeza, dado que me entusiasmaba mucho la idea de tenerlo.

    Timmy Alejandro, una cría de siamés, llegó a nuestro hogar muy cachorrito también, un poco más de un mes. En principio perteneció a mi hijo Michael y su pareja de la época, pero cuando la relación finalizó, el gato quedó desprotegido y mi querida esposa en un acto de gran generosidad y pese a sus reservas con los mininos, se dio la oportunidad de recibirlo en casa. Sofi y yo estábamos encantados porque nos gustan mucho, y aquí debo reconocer con mucha vergüenza, que, en muchas ocasiones, pese a nuestros compromisos, Doris asumió la responsabilidad por el cuidado del gato, por lo cual aprovecho y presento mis más sentidas excusas a mi amada esposa.

    Mi primera impresión al verlo es que se trataba de una cabeza con pellejo, flaco, ojeroso, cansado y sin ilusiones, y medio bizco, pero muy vital y gracioso. Creo que el gato llegó a estar de visita dos o tres veces, cuando llevábamos a Mariangel mi nieta a ratos en las tardes, antes de que se instalara definitivamente en nuestro hogar y nuestros corazones. Doris no gustaba mucho de los gatos por experiencias previas de su infancia, solo de lejitos. Incluso el primer día en que oficialmente ya estuvo en casa, el Timmy la arañó y me llamó muy enojada al trabajo, porque el gato le sacó sangre y que entonces escogiéramos, el gato o ella, a lo que le dije que procuráramos entonces buscar un hogar.

    Pero el tiempo, esa inescrutable magnitud física, se encargó de hacer ver las cosas de otra manera, ya que Timmy se convirtió para Doris en una compañía permanente. A donde ella se movía, lo hacía el gato, si 10 veces iba al tercer piso, 10 veces el gato se iba atrás, se le escondía, la cazaba, le hacía el juego cada vez que podía, por lo que su rutina diaria se iba sazonando de ese pequeño ser que poco a poco fue cambiando su pelaje claro a un café oscuro, crecía en tamaño y ternura y pasó a convertirse en una parte de gran alegría para todos.

    El pasado martes 3 de enero, los ya mencionados hemoparásitos, cobraron su vida por medio de un infarto, yendo de camino a la veterinaria para su revisión y medicación. Hicimos lo que pudimos hacer a nuestro alcance por ayudarlo, infortunadamente no nos fue posible. Sofi se le dedicó con alma vida y sombrero en sus días finales, dándole el alimento y sus medicinas, pero la verdad sea dicha, el gato no mostraba deseos de seguir en la lucha, o al menos esa es la percepción que nosotros tenemos.

    No fueron pocas las risas que nos regaló, así como los innumerables momentos en que, cuando estaba dispuesto, iba a buscarnos en nuestras camas, se acomodaba y pasaba largas horas a nuestro lado, o qué decir cuando le agarraban sus ataques de ternura y nos buscaba en un muro alto o una silla para que lo acariciáramos hasta que él quería.

    Los animales de compañía en definitiva se convierten para muchos de nosotros en otros miembros de la familia y por tanto requieren los mismos cuidados y atenciones que cualquiera de los de la casa, de ahí la importancia de darles un entorno seguro y amoroso. Y en eso estoy convencido que supimos acertar, porque le dimos mucho, mucho cariño a nuestro minino. También creo que los animales buscan su hogar, así nos pasó con Festiniño, del que les conté hace un tiempo y así fue con Timmy, llegaron en el momento adecuado.

    Gracias Timmy por tan buenos y gratos momentos, por habernos regalado estos cinco años y por cambiarnos tanto la vida con tantos aprendizajes que hicimos a tu lado. Y esto puede que choque un poco con mis creencias doctrinales, pero espero que estés en el cielo de las mascotas divirtiéndote con Festi, Izzy, Zeus, Pacho, Muñeco y tantos otros animales que he conocido a lo largo de mi vida. Un abrazo y hasta la próxima.

Comentarios

  1. Si Martin que triste, yo tuve a un mono hermoso se llama simba si no ha muerto a los 5 años de tenerlo me toco darlo en adopción eso fué hace tres años pasaditos y me tocó porque salí del país y no había con quien dejarlo y me do muy duro también muy tierno 🐱🐱

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  2. Los amigos peludos son muy especiales, nos cambian mucho la vida

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