Foto de portada
¡Mucha gracia!
Autores Carlos Mario Aguirre y Cristina Toro
Ediciones la pluma del águila
2021


Hola a todos, espero que se encuentren muy bien. Nuevamente en Medellín, terminando de pasar una gripa que me traje de recuerdo de Villao.

Para muchos de ustedes no les es desconocido mi interés por la lectura, es algo que me apasiona mucho y me acompaña recurrentemente, de hecho, procuro siempre mantener un libro en mi bolso de calle para que me acompañe en esas, a veces, interminables esperas en cualquier oficina o dependencia, siendo las preferidas, las idas al médico y la espera para la entrega de medicamentos.

y justamente fue en un estado de lectura reclamando medicamentos de mi madre que me ocurrió la siguiente anécdota. Antes de mi viaje a Villao, ya había empacado el libro para lectura en vacaciones, la séptima parte de la saga La torre oscura de Stephen King, el cual empecé a leer de manera juiciosa. Sin embargo, también había pensado pedirle prestados a mi sobrino Julián, los dos ejemplares de la publicación ¡Mucha gracia!, obra de los autores Carlos Mario Aguirre y Cristina Toro, los mismos pertenecientes a El Águila Descalza, una de las instituciones de teatro más reconocidas del país.

Por lo que haya sido, me olvidé de los libros en cuestión hasta el pasado lunes 11 de julio, donde ya muy entrada la tarde, se dio la ocasión de recordar el hecho. Me considero buen lector, pedo debo decir que me alcancé a desanimar un poco, ya que el primer ejemplar tiene un poco más de 350 páginas y la verdad, como ya se acercaba el tiempo del regreso, cuestioné enormemente el objetivo de terminar, al menos, la primera parte de la historia.

Así que tomé el ejemplar, dejé en descanso el libro de King y me entregué con alma vida y corazón al ejercicio de lectura. El miércoles 13, en compañía de mi esposa, nos dirigimos a atender una diligencia en el servicio farmacéutico de mi madre, donde me asignaron el turno 505 para la entrega de medicamentos, con tan buena suerte que la espera sería de unos 20 turnos más o menos, razón por la cual me embarqué en mi lectura. 

Cada tanto, levantaba la vista al monitor que daba cuenta del discurrir de los turnos. Pero como no hay felicidad completa, en el momento menos pensado, al levantar la vista, iban en el turno 506. Salí disparado con libro, morral y documentos en mano como un loco, llegué a la taquilla de atención y le pasé el ficho a la niña que atendía. 

“Llamé al 506” -dijo, mirándome como con ganas de decirme” tome un nuevo ficho”. Pero acto seguido, pronunció unas, a mi parecer, bellas y elogiosas palabras: “se la perdono porque está leyendo”. Y efectivamente, me atendió e hizo el despacho correspondiente. De ahí el título de mi entrada de hoy, porque no perdí mi turno.

Quienes amamos la lectura, solemos introducirnos tanto en nuestro cuento, que muchas veces nos abstraemos de todo lo demás. Nos reímos, lloramos y angustiamos al calor de las historias que nuestros ojos se encuentran en esas letras, de los ires y venires de los personajes y de la incertidumbre de lo que ocurrirá en el siguiente renglón. Se nos olvida el mundo a causa de esas letras que nos atrapan a niveles insospechados.

Huelga decir que logré mi objetivo y el jueves 14, cerca del mediodía, logré terminar la lectura de esa primera parte de ¡Mucha gracia! que, dicho sea de paso, espero poder concluir prontamente esta interesantísima historia contada por sus protagonistas, donde me he enterado de un montón de cosas que han sucedido alrededor de este gran proyecto cultural como lo es El Águila Descalza.

Los libros son muy buena compañía, más si das con aquellos que te atrapan en sus páginas y te cautivan. En lo particular, cuestiono mucho el modelo de lectura impositiva que se da en los colegios, pero ese tema es para otra nota. Creo que debemos leer lo que nos gusta y nos cautive. Bien lo dijo el gran Borges:

Si un libro les aburre, déjenlo; no lo lean porque es famoso, no lean un libro porque es moderno, no lean un libro porque es antiguo. Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo; aunque ese libro sea el Paraíso Perdido —para mí no es tedioso— o el Quijote —que para mí tampoco es tedioso—. Pero si hay un libro tedioso para ustedes, no lo lean; ese libro no ha sido escrito para ustedes. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad, de modo que yo aconsejaría a esos posibles lectores de mi testamento —que no pienso escribir—, yo les aconsejaría que leyeran mucho, que no se dejaran asustar por la reputación de los autores, que sigan buscando una felicidad personal, un goce personal. Es el único modo de leer.

Jorge Luis Borges
Borges para millones
Entrevista realizada en la Biblioteca Nacional en 1979

Hasta pronto y un gran abrazo



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