Durando hasta acabar
Hoy me acordé de una de mis historias que ya les había compartido, la intitulada Ayer y hoy , breve recuento de algunos elementos de mi hogar.
Y la traigo del recuerdo porque haciendo aseo en casa, tuve la mala fortuna de que mi espuma de afeitar se me cayera al piso, provocando una ruptura en su base, por donde todo el contenido presurizado se comenzó a salir. Debo agregar que, también por el tiempo, la lata se encontraba un poco deteriorada, pero funcionaba a las mil maravillas.
Y siendo sinceros, no recuerdo hace cuánto tiempo tenía ese recipiente, sé que es de hace mucho rato y me había durado a más no poder, porque no soy de afeitada diaria, así que su lugar ahora lo ocupa un recipiente más pequeño, al que espero poder hacerle seguimiento de duración para más o menos hacerme una idea de cuanto podría haber estado el otro.
A fin de año en casa, se hizo revisión de armarios y se salió de muchas cosas que ya no estábamos usando, muchas de las cuales se destinaron para que tuvieran una segunda vida en un ropero social, porque aún su estado era óptimo, y aquellas prendas que no pudieron ser destinadas para tal fin, terminaron muchas convertidas en trapitos para limpieza general.
Soy de los que le sacan hasta el último suspiro a los productos de aseo, lociones, ropa y accesorios. Muchos de mis zapatos han recibido todas las reparaciones posibles y sido descartados cuando ya literalmente no hay nada que hacer por ellos.
Tengo varios recuerdos de implementos que me han acompañado por mucho tiempo. En 1989, mi novia de esa época me regaló una billetera, tal vez para mi cumpleaños, misma que me acompañó mi estancia en el Seminario y casi toda mi vida militar, poco más de cinco años, y la descarté porque ya estaba muy ajada por el tiempo. (Nota, ya en el Seminario andaba solterito).
Tuve un pijama azul por cerca de 20 años, que cuando la descartamos parecía traslúcida por tanto uso y lavadas y me supo acompañar en cuatro hospitalizaciones que he tenido a lo largo de mi vida.
Las ventas de segundas me han parecido una oportunidad bien interesante que las personas tienen de obtener elementos a los que se les puede dar un segundo aire, así como pasa con los libros leídos que se comercializan tanto en nuestras ciudades, adicional al beneficio que le hacemos al planeta por aquello del reciclaje y la reutilización. Ahora bien, sé que no todas las gentes pueden concebir la idea de emplear algo que ya ha sido usado por otra persona, vayan ustedes a saber por qué, pero lo cierto es que también en esos recorridos, he conseguido ropa bastante útil, incluso de marca, y dicho aquí de paso, no he sido marquillero, a mi me tapa lo mismo una camiseta de $15.000 que una de $60.000.
A lo que voy, es que creo oportuno ser mas consecuentes con nuestros elementos y aprovecharlos al máximo, que ya un descarte se haga por fuerza mayor, eso permite incluso ahorros significativos en el presupuesto. Un almacén ya desaparecido del mercado nacional puede ilustrar mejor con su eslogan lo que digo: “Todo para su hogar bueno, bonito y barato”. Y no siempre lo barato sale caro, eso lo puedo decir con conocimiento de causa.
Cuéntenme de esos elementos que les han durado más en su posesión, de seguro hay muchas historias motivadas por los mismos. Un abrazo y hasta la próxima.
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