Rabietas oníricas

 

En todo el frente de la panadería, a la altura donde está la moto tapada, tuvo lugar el encuentro con el anciano de la historia. La mente hace cosas muy curiosas.

Las imágenes que acompañan estas líneas corresponden a cierto paraje de un barrio cercano al mío.

Específicamente en ese punto funcionan varios locales comerciales: dos licoreras, una carnicería una heladería y una panadería, por lo que suele ser un punto bastante concurrido, en especial los fines de semana en las noches.

Pues resulta que cierta noche, estando, recorriendo ese lugar, a la altura del frente de la panadería, por circunstancias que aún no logro explicarme, mi argolla matrimonial se salió de mi dedo, yendo a caer a los pies de un señor del barrio, bastante mayor, que usualmente anda con sombrero y porta un palo de escoba haciendo las veces de bordón, con la particularidad de poseer su uña del pulgar derecho sumamente larga.

-       Miren lo que me vine a encontrar – Dijo el señor, levantando la alhaja.

-       Vecino, tan amable me puede devolver mi argolla.

-       ¿Cómo que su argolla?, si me la acabo de encontrar.

-       Vecino disculpe, pero esa argolla es mía, se me acaba de salir de la mano.

-       Pues si la quiere, se la vendo.

-       ¿Pero cómo que me la vende? Se me cayó del dedo, esa argolla es mía. -Le dije al tiempo que sentía hervir la sangre en mi cabeza-.

-       Las cosas valen, con 50 nos cuadramos. – Dijo con una sonrisa socarrona en su rostro.

En este punto ya me encontraba totalmente descompuesto.

Las argollas de mi matrimonio con Doris las elaboré yo mismo por la época en que me dediqué a la joyería, la mía en particular ni siquiera es de oro, sino de plata, la de Doris si la hice con un arito de oro recubriendo la de plata, así que más allá de su valor monetario, está el valor sentimental.

Entonces sin saber por qué, cedí y saqué los cincuenta mil pesos que el nada venerable anciano me estaba pidiendo.

Prácticamente fue un mano a mano, simultáneamente recibió él el dinero y yo la argolla. Una vez con su dinero en la mano, el sinvergüenza se rio en mis narices y le fue diciendo a un espectador que no había perdido detalle:

-       Si ve vecino, por ahí todavía queda mucho idiota útil jajajaja.

Y ahí si fue Troya, me emberraqué a más no poder y sin pensarlo dos veces, le arrebaté al desventurado el dinero que todavía tenía en su mano y salí como alma que lleva el diablo falda arriba, sintiendo su vociferación y a no pocos pasos en pos de mí, al guachimán de la cuadra que me estaba persiguiendo, con garrote en mano para propinarle una tunda a este pichón de ladrón. Por fortuna para mí, me desperté justo cuando llegaba a la cima de la falda de esa calle empinada.

Debo decir que realmente me desperté muy enojado, no recuerdo que nunca me hubieran llamado “idiota útil”, por lo que me sentí muy insultado. Cuando indagué sobre el significado de dicha expresión, me llevé una sorpresa, ya que está referenciada hacia un tema político:

En la jerga política la expresión idiota útil o tonto útil (en inglés: useful idiot; en ruso: Полезный идиот, transliterado como como Pallezniy, Polyeznyi o Poljeznyj idiot) era usada para describir a los simpatizantes de la Unión Soviética (URSS) en los países occidentales, y la supuesta actitud del régimen de la URSS hacia dichos simpatizantes. (https://es.wikipedia.org/wiki/Idiota_%C3%BAtil)

El cerebro suele hacer bromas muy curiosas, y sin duda esta es una de esas. No soy político en el sentido de pertenecer a alguna vertiente, y ciertamente nunca le he tenido confianza al comunismo, pero este no es un blog para estos temas. Baste decir que procuro ser muy respetuoso de las opiniones de los demás, y de las construcciones que se pueden hacer desde el diálogo y el respeto, pese a las diferencias.

Sin proponérselo, mi cerebro asocio entonces el término idiota útil, a una condición de menosprecio y aprovechamiento, de ahí mi enojo con el señor del sueño, ya que se aprovechó de mí, jugó con mis sentimientos, se burló en mi cara y se quiso aprovechar por su condición de anciano avivato.

El señor del sueño si existe, es un vecino de mi barrio que suele estar pasando pidiendo dinero, aunque la verdad sea dicha hace rato que no lo veo, solamente se dio la casualidad que fue protagonista de mi sueño y de esta historia, a lo mejor desde lo psicológico tiene un trasfondo, pero de momento no me inquieta entender el significado, si es que lo tiene, aunque están cordialmente invitados a dar sus opiniones al respecto y de paso, si lo desean, a que me cuenten sus sueños y si me permiten contárselos a los demás lectores.

Un abrazo y hasta la próxima.

 

Comentarios

  1. Buenos días, yo me conecte y pensé que era real tu sueño, afortunadamente sólo eso fué.

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