Diecinueve años no es nada.

 

                 






Un 20 de octubre, pero de 2004, estábamos en la sala de nuestra casa mi esposa y yo departiendo un tinto, cuando, sin previo aviso, una pequeña bola de estambre entre gris y blanca, se entró muy oronda como Pedro por su casa.

Sin miramiento alguno, supo echarse debajo de una mesita auxiliar, jadeando y con visibles signos de fatiga. Entre unas y otras, Doris le ofreció agua, la cual tomó ávidamente, y rato después le ofrecimos algo de comer, no me pidan que recuerde el menú qué fue, pero igual, se lo comió con mucho agrado.

 Ese día casualmente, íbamos a ir con Doris al ICBF en Prado Centro, ya que tenía la intención de adoptar a Michael y Katy, cosa que no se dio, pero esa es otra historia. Lo cierto es que, salimos de casa y el perro, que en verdad era la pequeña bola de estambre a la que hice mención anteriormente, salió en pos de nosotros. 

Pensamos que se iba a ir, así que montamos en la moto, y nos fuimos, cuando un vecino nos llamó a gritos:"Hey, el perrito va detrás de ustedes". No sin asombro, nos detuvimos y efectivamente, el can se acercaba a la mayor velocidad que sus pequeñas patas le permitían, se paró a nuestro lado y nos miraba como diciendo "¿a dónde van sin mi?". 

Doris y yo nos miramos y decidimos entonces llevarlo a dar una vuelta con nosotros. Llegamos a la oficina donde nos iban a atender, en donde el vigilante nos dijo que el perrito no podía entrar y tocó dejarlo afuera, y pensamos "ahí fue, hasta aquí llegó". Estábamos esperando en la sala de espera cuando, sin previo aviso, el animalito llegó y se acomodó debajo de las sillas donde estábamos sentados, nunca supimos cómo se coló, prueba de eso, la dio la cara de asombro del vigilante cuando nos vio salir con el perro en brazos. Resumiendo esta historia, esa tarde no pude adoptar a mis hijastros, pero adoptamos un perro muy juguetón y tranquilo, salvo con la escoba a la cual le ladró insistentemente durante mucho tiempo.

Esa tarde y una vez llegó Sofi de la guardería, oficializó la adopción dándole su nombre: Festiniño Rocha Sánchez, o Festi, para abreviar. A partir de ese momento, ha sido un compañero fiel y entrañable, con el cual hemos pasado alegrías, tristezas y lágrimas, que tuvo su época de vagabundo, donde se nos perdía dos, tres, cinco días y hasta más, y que cuando aparecía, pagaba escondederos a peso por los regaños que recibía, pero nunca tuvo la cortesía de responder dónde se había metido. Durante varios días estuvimos a la expectativa de que alguien lo fuera a reclamar, pero eso nunca pasó, para alegría nuestra. Decimos que tiene diecinueve años porque con nosotros ajustó quince, y cuando lo llevamos al veterinario, le calculó alrededor de cuatro años.

Hoy quise dedicarle unas cuantas líneas, porque se que para muchos de nosotros, las mascotas son parte fundamental de nuestra vida familiar, son como "hijos pequeños" guardando las proporciones claro está, que nos llenan de alegría, y que también vamos a extrañar cuando partan a aquel lugar reservado para las mascotas.

Hoy Festi ya no brinca ni corre, ni sale al encuentro cada vez que se abre la puerta, ni se muere de emoción cuando hemos estado ausentes algunos días de la casa, ni se acomoda al lado de las camas del que se enfermaba en casa. Hoy ya es un venerable y adorable anciano, come, duerme, sale y hace sus necesidades y vuelve a dormir, pero sigue siendo un amigo fiel, que nos ha marcado para siempre.

Feliz cumpleaños mi perruno amigo, tu familia te quiere mucho.

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