Cargando culpas ajenas
Imagen tomada de https://acortar.link/FRlueI
La semana pasada se presentó una situación bastante diciente en torno al estado de ánimo que se está viviendo actualmente en nuestro país. Un grupo de aficionados estuvo entonando durante un buen rato, un estribillo en contra del actual mandatario de los colombianos, que derivó en la salida de la hija menor y la esposa del dirigente del estadio, quien después llamó cobardes y se quejó por lo que el consideró un ataque en contra de su hija. Ignoro si los espectadores pretendieron ofender a la menor, y a partir de esto, quiero desarrollar mi idea en esta nota.
En lo personal, me parece triste y lamentable que se trate de hacer responsable a una persona que nada tiene que ver con las actuaciones de su progenitor. En otras palabras, no estoy para nada de acuerdo en que le traten de endilgar a un hijo los errores del padre. Bien lo dice un pasaje de las Escrituras “El hijo no cargará con la culpa del padre, ni el padre con la del hijo” (Ez 18, 20). En otras palabras, cada uno es responsable de sus propias acciones y, por tanto, debe asumir sus errores como sus aciertos con toda la entereza que el caso requiera y, por tanto, es muy, muy lamentable que paguen justos por pecadores.
Hace muchos años 18 o 19 tal vez, me vi envuelto en un asunto bastante desagradable por causa de una persona a la que le serví de fiador para alquilar un apartamento. Cualquier tarde habíamos salido con Doris a atender algunos asuntos y cuando llegamos a casa, nos encontramos con la sorpresa de que, de un juzgado, habían venido a secuestrar nuestro hogar porque me tenían demandado por el no pago de unos cánones de arrendamiento por parte de la persona a la que había fiado.
La diligencia la firmó una vecina, porque mi hijastra en ese entonces todavía era menor de edad. Lo cierto del caso es que me encontré con el número de contacto del abogado que estaba llevando el caso, lo contacté esa misma tarde con tan buena fortuna que lo encontré en su oficina y nos pusimos de acuerdo para un encuentro al día siguiente. Llegamos al encuentro, me contó lo sucedido y me indicó que la dueña del apartamento estaba pidiendo lo de los arriendos atrasados más intereses y sus honorarios, más de un millón de pesos de pesos de la época, frente a lo cual quedamos fríos, ya que esto sucedió en un tiempo de vacas flacas muy agudizado que teníamos en casa por esas fechas. No sé porque dije lo que dije, pero le aseguré al abogado que en menos de 15 días estaríamos haciendo el pago y por esas cosas de la vida, nos enfrascamos en una conversación bastante amena, y como cuando Dios no está manda el angelito, resulto que este joven era sobrino de un sacerdote amigo mío, le conté de mi participación en la parroquia de su tío y del tiempo que llevábamos de conocernos, cerca de cinco años.
Terminado el encuentro, tuvimos que recurrir a amigos y familiares a fin de prestar los dineros requeridos. Estando en esas, el abogado, un hombre muy formal y honorable, nos dio la mano con la dueña porque se dio cuenta que nosotros nada teníamos que ver, así que intercedió por nosotros y logró rebajar los intereses, y nos eximió del pago de sus honorarios, a lo cual el pago se redujo a ochocientos mil pesos, siendo todavía un dineral.
Para no alargar la historia, se pudo hacer el pago en el tiempo pactado, se logró quitar el secuestro de la casa y al fulano que le serví de fiador, apenas si me abonó ciento veinte mil pesos, quería pagarme con computadores e impresoras. Huelga decir que después de eso nunca más lo he vuelto a ver y el dinero nunca lo terminó de pagar.
Asumo que historias similares muchos de ustedes las han conocido o, peor aún, las han vivido. Duele sobre manera que uno tenga que cargar con esas culpas ajenas, o como dicen por ahí, pagar por lo que no nos hemos comido.
Podemos estar en desacuerdo con un mandatario, sus políticas y pensamientos, pero eso no es aval para irse lanza en ristre contra sus familiares, máxime si ellos no tienen nada que ver con lo que sucede. No se pueden mezclar los mangos con los aguacates. Eso lo único que hace es generar mayores niveles de intolerancia, y la verdad es que no estamos necesitando más de eso en este país desgarrado que requiere una sanación en todos sus niveles.
Tal vez la tarea no resulte fácil, pero desde lo legal, con el amparo de la ley y los mecanismos de acción popular con que contamos en el país, muy seguramente se puede reescribir la historia, haciendo responsables a quienes de verdad han cometido los errores y dejando de lado a la gente inocente que tienen la mala fortuna de estar orbitando en esas cercanías.
Para no alargar la historia, se pudo hacer el pago en el tiempo pactado, se logró quitar el secuestro de la casa y al fulano que le serví de fiador, apenas si me abonó ciento veinte mil pesos, quería pagarme con computadores e impresoras. Huelga decir que después de eso nunca más lo he vuelto a ver y el dinero nunca lo terminó de pagar.
Asumo que historias similares muchos de ustedes las han conocido o, peor aún, las han vivido. Duele sobre manera que uno tenga que cargar con esas culpas ajenas, o como dicen por ahí, pagar por lo que no nos hemos comido.
Podemos estar en desacuerdo con un mandatario, sus políticas y pensamientos, pero eso no es aval para irse lanza en ristre contra sus familiares, máxime si ellos no tienen nada que ver con lo que sucede. No se pueden mezclar los mangos con los aguacates. Eso lo único que hace es generar mayores niveles de intolerancia, y la verdad es que no estamos necesitando más de eso en este país desgarrado que requiere una sanación en todos sus niveles.
Tal vez la tarea no resulte fácil, pero desde lo legal, con el amparo de la ley y los mecanismos de acción popular con que contamos en el país, muy seguramente se puede reescribir la historia, haciendo responsables a quienes de verdad han cometido los errores y dejando de lado a la gente inocente que tienen la mala fortuna de estar orbitando en esas cercanías.
Mucho cuidado, porque está cayendo en la desinformación que el actual presidente junto con sus bodegas quieren meternos. El canto fuera Petro tiene un único destinatario y el meter a una menor de edad en el meollo del asunto es estrategia propia de este "señor". El actual presidente es mediocre, impopular y falto de ética y valores, y sencillamente recibe lo que él mismo implanto en la sociedad: odio irracional contra quien piense diferente.
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