Entre susto y susto (2)

 


Imagen tomada de https://acortar.link/EhuZy2

Saludos, espero que se encuentren bien. Continuando con el desfile de sustos, les cuento otros tantos.

En  cierta ocasión, siendo adolescente, estuve en una convivencia con otros jóvenes en un pueblito cercano a Bogotá, muy frio, por cierto. A la madrugada del segundo día, me desperté muy temprano, no había amanecido, así que ni corto ni perezoso, me salí a caminar por las inmediaciones. No sé cuánto caminé, pero llegó el momento del retorno y de pronto en un recodo del camino, noté una silueta extraña que se movía muy lentamente. La oscuridad era total, y el pánico se apoderó de mí, Me alejé del lugar, pendiente de no salirme del camino y rogando para que alguien anduviera por ahí, pero en esos parajes la soledad y el silencio hacían su más frenética presencia. Me dirigí nuevamente hacia el punto anterior y la condenada sombra seguía moviéndose lentamente sin emitir sonido alguno. No sé cuánto tiempo pasó, pero se me hizo eterno, hasta que al fin el día comenzó a despuntar y poco a poco, la sombra de mis desdichas fue tomando forma y corporeidad, y resultó ser un caballo venido sabe Dios de dónde, incluso ya al clarear el día, tuvo la gentileza de relinchar. Retorné al lugar donde estábamos congregados en donde ya los demás habitantes transitorios comenzaban su día. 

Y otro más de corte cinematográfico, que me causó un fuerte dolor de cabeza fue debido a la película Dia de la Independencia (1996, Centropolis Entertainment) en específico, la escena en que le están quitando el exotraje a un alienígena, que llega un momento en que se hace una apertura abrupta de dicha vestimenta, lo que me provocó un sobresalto y el impulso de echar la cabeza hacia atrás, con tan mala suerte que golpee la pared. 

Los sustos también evolucionan, hoy en día me causa mucho susto la idiotez de la humanidad que ha derivado en odios, rencores, menosprecios, racismos, segregaciones, guerras absurdas, violencias sin límites, falsas acusaciones, pérdida de valores y un largo etcétera. 

Me da susto que, en un descuido, cierto jinete de osos enfrascado en una de tantas guerras sin sentido que han acompañado a la humanidad, un día amanezca con el alboroto de oprimir un botón y producirnos una ola de calor acompañada de un hongo. Me da susto de la respuesta que puedan dar los dirigentes de las otras potencias del mundo, quienes con total seguridad tienen también sus dedos cerca de botones con que fácilmente se podría marcar el fin del planeta. 

Me da susto que nuestro pobre y dolido país se siga hundiendo más y más gracias a la ineptitud de sus dirigentes, encargados de perseguir sus aspiraciones personales, dejando de lado el sentido de sociedad, equidad y justicia, pero lo que más me da susto es que la gente buena siga dejando pasar las cosas y no tome cartas en el asunto. 

También me da susto todo el mal que personas inescrupulosas al margen de la ley han venido causando a lo largo del tiempo, atentando conta la vida, honra y bienes de las personas, destruyendo la naturaleza, expulsando a los pobladores, acabando con la flora y fauna, buscando saciar un apetito voraz de poseer y poseer cosas materiales.

Esto puede estar fuera del tema, pero en cierta medida guarda relación. Hace unos días me vi en la necesidad de formular una queja en contra de mi servicio médico y por fortuna, recibí respuesta oportuna. Es a ese tipo de acciones a las que me refiero en las que nosotros como ciudadanos podemos influir para mejorar las condiciones de nuestra nación. Si una queja fundamentada se replica, tarde que temprano alguien va a tomar cartas en el asunto y entonces es posible pensar que, estando juntos y unidos, podemos dejar nuestros miedos a un lado. Feliz semana, y mil disculpas por la demora en la publicación.

Recuerden comentar y compartir. Un abrazo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Otra vez, no es más que un hasta luego

Astrid

Don Mario